Una oscura nube cubrió la mente de la joven doncella mientras caminaba hacia su hogar por un sendero oscuro. Los caminos familiares no ofrecían seguridad, pues su alma resonaba con oscuros presagios. Los dedos del miedo apretaban su corazón, porque sentía una lúgubre sombra acechando su destino.
Con la fuerza de su fe, la doncella rezó con fervor, pero incluso los ángeles parecían temblar de terror. En la oscuridad de la noche, una sombra malintencionada aguardaba oculta en el bosque, y sus ojos astutos observaban a su víctima.
Nadie escuchó los gritos de auxilio de la joven mientras luchaba en sus últimos momentos, presa del terror. Después del espantoso acto del monstruo sediento de sangre, enterró el alma de la joven en las profundidades del pantano y levantó un joven pino como marca del atroz suceso. Aunque la vida de la muchacha terminó demasiado pronto, su memoria viviría eternamente en las historias de la gente y en el susurro del bosque.