El fantasma de un rey del siglo XVI comienza a relatar su oscuro relato. Su vida estuvo marcada por la duda, el miedo y la paranoia. Una vez, bajo los efectos de una pesadilla de tal magnitud, asesinó a miembros de una destacada familia noble, en parte incluso con sus propias manos, utilizando su propio puñal. Tras este espantoso acto, huyó en un estado mental confuso y cargado de culpa hacia el pequeño pueblo de Odensala y sus bosques cercanos, donde el demonio continuó atormentando su alma. En ese estado atemporal, en una encrucijada, vio el pasado y el futuro, enfrentándose a la elección de su destino venidero.
El rey fue encontrado en la sombra de aquel bosque, vestido con ásperas ropas de campesino, y fue devuelto a la corte.
Cuando el rey, además de todo, se comprometió con una cortesana de origen campesino, amante de la corte, los nobles quedaron horrorizados. El rey percibió esas miradas sospechosas y creyó oler las conspiraciones que hervían a su alrededor. Planeó asesinar a los nobles traidores durante su propia boda. Sin embargo, los nobles no acudieron a la celebración, sino que liberaron al hermano del rey de la prisión y llevaron a cabo un golpe de estado bajo su liderazgo. Así, el rey derrocado, junto con su esposa e hijos, fue capturado y trasladado de prisión en prisión durante los años siguientes. Finalmente, su familia le fue arrebatada, y en la soledad, la mente perturbada del antiguo monarca se desquició aún más.
Aún soñaba con regresar al pasado, con haber tomado otro camino y huir con su familia a ese lugar del que tantas veces había leído en sus viejas historias; a la región oriental del reino, donde supuestamente el arca de Noé se había anclado, los descendientes de Noé habían desembarcado, y de donde creía que sus raíces familiares se originaban.
Finalmente, su propio hermano, el actual monarca, decidió deshacerse de él de una vez por todas y le envenenó. Eso fue lo que selló su destino.