Pequeños pasos,
Persiguiendo desde atrás,
Han seguido a los viajeros interminablemente.
Habla palabras,
Como ecos de palabras ya dichas
Y a sus palabras acomoda insultos.
Su llanto desconsolado siempre resuena en estos bosques.
Uno puede verlo gritando, desnudo y deforme.
Desde la tierra no bendecida levanta sus huesos
Y junto a mí corre salvajemente, haciendo muecas, gritando
Llevado al bosque nocturno,
Acunado en la tierra,
Allí el niño está libre de penas,
Lo convertimos en un ángel.
Pero enterrado en los pastizales,
El pobre no duerme,
Una mente sombría en el abandonado,
Cuando se levantó a la noche eterna.
***
Y como ihtiriekko, tu hijo hace fechorías en los bosques,
Cuando las puertas del Cielo no puede abrir.
El pequeño que caminó sus senderos sin nombre,
Será bautizado en la sangre de su madre.
Privado de amor, pobre diablo del bosque,
No aprendió a sentir calor,
El olor a descomposición del suelo se ha vuelto fuerte,
Pero se bañará en la sangre de su madre.
***
Niño ahogado en la nieve,
Cayendo en las fauces de un lobo
O eso ha sido dicho,
Por quien deseaba olvidar.
La oscuridad no olvida,
No se estremece ante sus propios hijos,
Como el fuego fatuo,
Su vástago brilla.
Fue dado a luz y dejado en el matorral, por esa una y misma persona,
Pero ese pecado deambula como una llama entre los oscuros álamos.
El dedo fangoso señala en dirección al pueblo por largo tiempo,
En algún lugar allí una cuna vacía, bajo una casa, se pudre.
Como un ihtiriekko, quedó vagando solo,
Pero aún podrá encontrar a su madre…